74. Las respuestas siguientes se nos dieron por el Espíritu
de San Luis; después se han confirmado por muchos otros.
1. ¿El fluido universal es una emanación de la divinidad?
No.
2. ¿Es una creación de la divinidad?
Todo es creado excepto Dios.
3. ¿El fluido universal es al mismo tiempo el elemento
universal?
Sí, es el principio elemental da todas las cosas.
4. ¿Tiene alguna relación con el fluido eléctrico del cual
conocemos los efectos?
Es su elemento.
5. ¿Cuál es el estado en que el fluido universal se presenta
a nosotros en su más grande simplicidad?
Para encontrarlo en su simplicidad absoluta sería preciso
remontarse hasta los Espíritus puros; en vuestro mundo está siempre más o menos
modificado para formar la materia compacta que os rodea; sin embargo podéis
decir que el estado que se acerca más a esta simplicidad, es el del fluido que
vosotros llamáis fluido magnético animal.
6. Se ha dicho que el fluido universal es la fuente de la
vida; ¿es al mismo tiempo la fuente de la inteligencia?
No; este fluido sólo anima la materia.
7. Puesto que es este fluido el que compone el periespíritu,
¿tal parece que está en una especie de estado de condensación que le acerca,
hasta cierto punto, a la materia propiamente dicha?
Hasta cierto punto, como vosotros lo decís, porque no tiene
todas su propiedades; es más o menos condensado según los mundos.
8. ¿Cómo un Espíritu puede operar el movimiento de un cuerpo
sólido?
Combina una parte de fluido universal con el fluido que
despide el médium apropiado a este efecto.
9. ¿Los Espíritus levantan la mesa con ayuda de sus miembros
solidificados de cierto modo?
Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis. Cuando
una mesa se mueve bajo vuestras manos, el Espíritu evocado va a tomar en el
fluido universal de qué animarla de una vida ficticia, La mesa preparada de
este modo el Espíritu la atrae y la mueve bajo la influencia de propio fluido
desprendido por su voluntad. Cuando la mesa que quiere poner en movimiento es demasiado
pesada para el, llama en su ayuda a los Espíritus que se encuentran en las
mismas condiciones que él. En razón de su naturaleza etérea, el Espíritu
propiamente dicho no puede obrar sobre la materia grosera sin intermediario,
esto es, sin el lazo que une a la materia; este lazo, que constituye lo que
vosotros llamáis el periespíritu, os da la llave de todos los fenómenos
espiritistas materiales. Creo haberme explicado bastante claro para hacerme
comprender.
Observación. – Llamamos la atención sobre esta primera
frase: “Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis”. El Espíritu
había comprendido perfectamente que todas las preguntas precedentes solo se
hacían para llegar a ésta; e hizo alusión a nuestro pensamiento que esperaba en
efecto, otra respuesta, esa es la confirmación de nuestra idea sobre la manera
con que el Espíritu hace mover las mesas.
10. Los Espíritus que él llama en su
ayuda, ¿le son inferiores? ¿Están bajo sus órdenes?
Iguales casi siempre;
muchas veces vienen por sí mismos.
11. ¿Todos los Espíritus son aptos para producir los
fenómenos de este género?
Los Espíritus que producen esta clase de efectos son siempre
Espíritus inferiores que no están aún enteramente desprendidos de toda
influencia material.
12. Nosotros comprendemos que los Espíritus superiores no se
ocupen de cosas inferiores a su esfera; pero preguntamos si en razón de estar
más desmaterializados, tendrían la potencia de hacerlo, si lo quisieran hacer.
Tienen la fuerza moral, como los otros tienen la fuerza
física; cuando tienen necesidad de esta fuerza, se sirven de los que la poseen.
¿No se os ha dicho que se sirven de Espíritus inferiores, como lo hacéis
vosotros con los cargadores?
Observación. – Se ha dicho que la densidad del periespíritu
si puede expresarse así, varía según el estado de los mundos, parece que varía
también, del mismo modo según los individuos. En los Espíritus avanzados
moralmente, es más sutil y se acerca al de los Espíritus elevados: en los
Espíritus inferiores al contrario, se aproxima a la materia, y es la que hace
que estos Espíritus de baja clase, conserven tan largo tiempo las ilusiones de
la vida terrestre; piensan y obran como sí aún estuvieran vivos; tienen los
mismos deseos, y casi se podría casi decir, la misma sensualidad. Esta grosería
del periespíritu dándole más “afinidad” con la materia hace a los Espíritus
inferiores más propios para las manifestaciones físicas. Por la misma razón un
hombre de mundo acostumbrado a los trabajos de inteligencia, cuyo cuerpo es
débil y delicado, no puede levantar un bulto pesado como un mozo de cordel. La
materia en él es de cierto modo menos compacta, los órganos menos resistentes;
tiene menos fluido nervioso. El periespíritu siendo al Espíritu lo que el
cuerpo es al hombre, y su densidad estando en razón de la inferioridad de lo
Espíritu, reemplaza en él la fuerza muscular, esto es, le da sobre los fluidos
necesarios para las manifestaciones, una potencia mayor que la que podrían
tener aquellos cuya naturaleza es más etérea. Si un Espíritu elevado quiere
producir tales efectos, hace lo que hacen entre nosotros las gentes delicadas:
lo manda a hacer por un “Espíritu del oficio”.
13. Si nosotros hemos comprendido bien lo que habéis dicho,
el principio vital reside en el fluido universal; el Espíritu toma en ese
fluido la envoltura semimaterial que constituye su periespíritu y por medio de
este fluido obra sobre la materia inerte.
Sí; esto es, que él anima la materia de una especie de vida
ficticia: la materia se anima de la vida animal. La mesa que se mueve bajo
vuestras manos vive, como el animal; obedece por sí misma al ser inteligente.
No es éste el que la empuja como el hombre hace con un fardo; cuando la mesa se
levanta, no es que el Espíritu la levante a fuerza de brazos es la mesa animada
que obedece a la impulsión dada por el Espíritu.
14. ¿Cuál es el papel del médium en este fenómeno?
Lo he dicho: el fluido propio del médium se combina con el
fluido universal acumulado por el Espíritu; es menester la unión de estos dos
fluidos, esto es, del fluido animalizado con el fluido universal, para dar vida
a la mesa. Pero observad bien que esta vida es sólo momentánea; se extingue con
la acción, y muchas veces antes del fin de la acción, tan pronto como la
cantidad del fluido no es suficiente para animarla.
15. ¿El Espíritu puede obrar sin el concurso de un médium?
Puede obrar sin saberlo el médium; es decir, que muchas
personas sirven de auxiliares a los Espíritus para ciertos fenómenos, sin
pensar en ello. El Espíritu toma de ellas, como de una fuente, el fluido
animalizado que necesita; así es que el concurso de un médium tal como lo
entendéis, no es siempre necesario, lo que tiene lugar, sobre todo, en los
fenómenos espontáneos.
16. La mesa animada, ¿obra con inteligencia?, ¿piensa?
Piensa tanto como el bastón con el cual hacéis un signo
inteligente; pero la vitalidad de que está animada le permite obedecer a la
impulsión de una inteligencia. Sabed, pues, bien, que la mesa que se mueve no
viene a ser Espíritu, y que no tiene por sí misma ni pensamiento ni voluntad.
Observación. – Muchas veces se sirve de una expresión análoga en el lenguaje
usual se dice de una rueda que gira con velocidad que está animada de un
movimiento rápido.
17. ¿Cuál es la causa preponderante en la producción de este
fenómeno: el Espíritu o el fluido?
El Espíritu es la causa; el fluido es el instrumento; las
dos cosas son necesarias.
18. ¿Qué papel hace la voluntad del médium en este caso?
Llamar a los Espíritus y secundarles en la impulsión dada al
fluido.
– ¿La acción de la voluntad es siempre indispensable?
Ayuda a la potencia pero no es siempre necesaria, puesto que
el movimiento puede tener lugar contra y a pesar de esta voluntad, y eso es una
prueba de que hay una causa independiente del médium.
Observación. – El contacto da las manos no es siempre
necesario para hacer mover un objeto. Las más de las veces lo es para dar el
primer impulso, pero una vez que el objeto está animado, puede obedecer a la
voluntad sin el contacto material; esto depende, ya de la potencia del médium,
ya de la naturaleza de los Espíritus. El primer contacto ni siquiera es siempre
indispensable; tenemos la prueba en los movimientos y mudanzas espontáneas que
nadie piensa en provocar.
19. ¿Por qué todo el mundo no puede producir el mismo
efecto, y por qué todos los médiums no tienen la misma potencia?
Esto depende del organismo y de la mayor o menor facilidad
con la cual la combinación de los fluidos puede operarse, después, porque el
Espíritu del médium simpatiza más o menos con los Espíritus extraños que
encuentran en él la potencia fluídica necesaria. Sucede con esta potencia como
con la de los magnetizadores, que es más o menos grande. Bajo este aspecto hay
personas que son del todo refractarias; otras en las que la combinación no se
opera por un esfuerzo de su voluntad; otras, en fin, entre las cuales tiene
lugar tan natural y fácilmente que ni aun se lo conocen, y sirven de
instrumento sin saberlo, como ya hemos dicho. (Véase más adelante el capítulo
de las “Manifestaciones espontáneas”).
Observación. – El magnetismo es sin ninguna duda el
principio de estos fenómenos, pero no tal como se entiende generalmente; la
prueba es que hay magnetizadores muy poderosos, que no harían mover un velador,
y personas que no pueden magnetizar, y también niños, a quienes basta colocar
los dedos sobre una pesada mesa para hacerla mover; luego, sí la potencia
mediúmnica no está en razón de la potencia magnética, es que hay otra causa.
20. Las personas llamadas eléctricas, ¿pueden ser
consideradas como médiums?
Estas personas toman en sí mismas el fluido necesario para
producir el fenómeno, y pueden obrar sin el socorro de Espíritus extraños. No
son entonces médiums en el sentido que se da a esta palabra; pero puede ser
también que un Espíritu les asista y aproveche sus disposiciones naturales.
Observación. – Será respecto de estas personas como de las
de los sonámbulos que pueden obrar con o sin el concurso de un Espíritu
extraño, (véase en el cap. de los médiums, artículo relativo a los médiums sonámbulos).
21. El Espíritu que obra sobre los cuerpos sólidos para
moverlos, ¿está en la sustancia misma de los cuerpos, o bien fuera de esta
sustancia?
Lo uno y lo otro; hemos dicho que la materia no es un
obstáculo para los Espíritus; penetran por todo; una porción del periespíritu
se identifica, por decirlo así, con el objeto que penetra.
22. ¿Cómo se arregla el Espíritu para golpear? ¿se sirve de
un objeto material?
No, así como no se sirve de sus brazos para levantar la
mesa. Bien sabéis que no tiene martillo a su disposición. Su martillo es el
fluido combinado puesto en acción por su voluntad para mover o para golpear.
Cuando mueve, la luz os trae la vista de sus movimientos; cuando golpea, el
aire os trae el sonido.
23. Nosotros concebimos esto cuando golpea sobre un cuerpo
duro; pero, ¿cómo puede hacer oír ruido o sonidos articulados en el espacio?
Puesto que obra la materia, puede obrar sobre el aire lo
mismo que sobre la mesa. En cuanto a los sonidos articulados puede imitarlos
como los demás ruidos.
24. Decís que el Espíritu no se sirve de sus manos para
remover la mesa; sin embargo se ha visto en ciertas manifestaciones visuales
aparecer manos cuyos dedos se paseaban sobre un teclado, agitaban las teclas y
hacían oír sonidos. ¿No parecería que el movimiento de las teclas se producía
por la presión de los dedos? ¿Esta presión no es también directa y real, cuando
se hace sentir sobre nosotros mismos y cuando estas manos dejan señales sobre
la piel?
Vosotros no podéis comprender la naturaleza de los Espíritus
y su manera de obrar sino por comparaciones que sólo os dan una idea
incompleta, y es un mal el querer asimilar siempre sus procedimientos a los
vuestros. Sus procedimientos deben estar en relación con su organismo. ¿No os
he dicho que el fluido del periespíritu penetra la materia y se identifica con
ella, a la que anima con una vida ficticia? ¡Pues bien! Cuando el Espíritu pone
los dedos sobre las teclas, los pone realmente y también las mueve; pero no es
por la fuerza muscular que comprime la tecla; lo que hace es animarla lo mismo
que anima la mesa, y la tecla, obedeciendo a su voluntad, se mueve y toca la
cuerda. En esto sucede también una cosa que os será difícil comprender, y es
que ciertos Espíritus están tan poco adelantados y de tal modo materializados
comparativamente con los Espíritus elevados, que tienen todavía las ilusiones
de la vida terrestre y creen obrar como cuando tenían su cuerpo; no se dan
cuenta de la verdadera causa de los efectos que producen, lo mismo que un
hombre del campo tampoco comprende la teoría de los sonidos que articula;
preguntadles cómo tocan el piano: os dirán que golpean encima con sus dedos,
porque creen golpear; el efecto se produce instintivamente en ellos sin que
sepan cómo, pero es por su voluntad. Lo mismo sucede cuando se hacen oír por
palabras.
Observación. – Resulta de estas explicaciones, que los
Espíritus pueden producir todos los efectos que producimos nosotros mismos,
pero por medios apropiados a su organismo; ciertas fuerzas que les son propias
reemplazan los músculos que nos son necesarios para obrar; de la misma manera
que el gesto reemplaza en el mudo, la palabra que le falta.
25. Entre los fenómenos que se citan como prueba de la
acción de una potencia oculta, los hay que son evidentemente contrarios a todas
las leyes conocidas de la Naturaleza; entonces ¿no parece que debe permitirse
la duda?
Es que el hombre está lejos de conocer todas las leyes de la
Naturaleza; si las conociese todas sería Espíritu superior. Todos los días, por
tanto, da en desmentido a aquellos que, creyendo saberlo todo, pretenden poner
límites a la Naturaleza, y por eso no son menos orgullosos. Descorriendo el
velo sin cesar de los nuevos misterios, Dios advierte al hombre para que
desconfíe de sus propias luces, porque vendrá un día en que “la ciencia del más
sabio será confundida” ¿No tenéis todos los días ejemplos de cuerpos animados
de un movimiento capaz de vencer la fuerza de gravitación? La bala lanzada en
el aire ¿no vence momentáneamente esta fuerza? Pobres hombres que creéis ser
muy sabios, y cuya tonta vanidad es a cada instante derrotada, sabed, pues, que
aún sois muy pequeños.
Allan Kardec
Extraído del libro "Libro de los médiums"
Fuente
de la publicación: Grupo Asociación Espírita Francisco Javier, Facebook.
Publicado
por: Juan Carlos Mariani
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