“Pregunta: ¿Ejercen alguna
influencia los Espíritus de los padres sobre el hijo después del nacimiento de
este?
“Respuesta – Al contrario:
ofrecen una gran influencia. Conforme dijimos, los Espíritus han de contribuir
para el progreso unos de los otros. Pues bien, los Espíritus de los padres
tienen por misión desenvolver los de sus hijos por la educación. Esa constituye
su tarea. Se tornan culpables, si fallan en su desempeño.” – Ítem 208, de “El
Libro de los Espíritus”.
Es muy común que se alteren las
condiciones afectivas, después que el novio en el casamiento se aparta del
muelle de los sueños para el largo el mar de la experiencia.
Se convierte, entonces, la
esperanza en trabajo y se desnudan problemas que la ilusión envolvía.
En muchos casos, la altura de la
afección permanece intacta; entretanto, en la mayoría de las posiciones, se
enfría el calor que calienta a la pareja en los primeros días de la comunión
conyugal.
Urge, sin embargo, salvar la
embarcación amenazada de zozobro, sea por el choque contra los rocas ocultas
por las dificultades morales o por el naufragio de las aguas muertas del
desencanto.
El compañero y la compañera, en
los compromisos del hogar, precisan reaprender en la escuela del amor,
reconociendo que, por encima de la conjunción corpórea, es fácil concretizarse,
es imprescindible que la pareja se case en espíritu – siempre más en espíritu
-, día a día. No se inquieta la pareja, frente a las modificaciones ocurridas,
una vez que toda afinidad correcta en las emociones del plano físico,
evoluciona fatalmente para la ligación ideal, a imprimirse en la ternura
confiada de la amistad sin lindes.
Apagado el fuego de la pasión en
la retorta de la organización doméstica, permanece de la combustión el fuego
vivo del amor puro, que se valoriza, cada vez más, de alma a alma, habilitando
a la pareja para más altos destinos de la Vida Superior. Eso acontece, porque
los hijos que surgen son igualmente piezas del matrimonio, compeliendo el hogar
a recrearse, de manera incesante, en materia de instituto en dirección al
trabajo de asistencia reciproca.
El cariño repartido, al
principio, por los dos, pasa a ser dividido por mayor número de participantes
en el núcleo familiar, y esos mismos condominios del establecimiento casero, en
muchas circunstancias, están asociados por la dulce hipnosis del enamoro y del
noviazgo, lo que mantenían en los padres jóvenes, aun solteros, la llama de la
atracción entusiasmada hasta la consumación de enlace afectivo.
Casi siempre, Espíritus
vinculados a la pareja, ahora más fuertemente al padre, ora más especialmente
al campo materno, se interesaban en la Vida Mayor por la constitución de la
familia, cara a las propias necesidades de mejoramiento y rescate, progreso y
autocorrigiendo. En vista de eso, cooperaran, en acción decisiva, en la
aproximación de los futuros padres, aportando en casa, por los procesos de la
gravidez y del parto, reclamando naturalmente la cuota de cariño y atención que
les es debida.
En toda comunión más profunda del
hombre y de la mujer en la formación del grupo doméstico, seguida por hijos
compartiendo la existencia, hay que contar con la sublimación espontanea del
impulso sexual, cabiendo al compañero y a la compañera que lo coloquen en
función de adherirlos a los propósitos de la vida, que todo renueva para
engrandecer y perfeccionar.
Aunque bastas veces seamos
recalcitrantes en la sustentación del amor egoísta, desvariado por exigencias
de toda especie, poco a poco acabamos por entender que apenas el amor que
sabiamente se divide, en bendiciones de paz y de alegría para con los otros, es
capaz de multiplicar la verdadera felicidad. (Emmanuel)
Vida y Sexo – Chico Xavier.
Fuente
de la publicación: Grupo Asociación Espírita Francisco Javier, Facebook.
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