martes, 7 de agosto de 2012

RESPUESTA LEAL


Usted, amigo mío, en un gesto de confianza excesiva, me pide orientación y comenta el laberinto a que llegó después de muchas aspiraciones y fracasos en el camino de la vida. Con gentileza, usted añade: - “Si el hermano no puede hacerlo, otro compañero podrá tomar su lugar. Preciso recibir un consejo del plano invisible”.

Entre tanto, el mismo recelo que me asalta el corazón, de otros compañeros de aquí que, como yo, no se sienten a la altura de ofrecer directrices en carácter absoluto. En verdad, habitamos el plano invisible a los ojos de ustedes, que aún permanecen en la carne, más no nos encontramos en la esfera de la sabiduría que todo ve.

Decía Oscar Wilde que, ofreciendo buenos consejos, generalmente damos al otro aquello que nuestra vida más necesita. Es un vicio viejo de la Humanidad. Muchas veces, en la Tierra, se oye también decir, que los buenos cobradores, habitualmente, son malos pagadores. La máxima nos hace recordar a las personas fértiles de advertencias correctas al prójimo y necesitadas de orientación para sí mismas.

A la medida que crecemos en conocimiento superior, se ilumina nuestro entendimiento para las situaciones más difíciles. Es ahí donde descubrimos la realidad de las posiciones evolutivas y comenzamos a ver a las criaturas en los diferentes grados de comprensión que consiguieron alcanzar.

¿Cómo podría, pues, atraparle en caminos particularizados para la acción?

Digamos pues, el esposo preocupado por una joven enferma, con la que se casó en segundas nupcias, y padre de cuatro hijos rebeldes que quedaron sin madre, que pretende vender su casa en la ciudad y transferirse para el campo, atendiendo a las necesidades de salud de la compañera. Y me cuenta sus dificultades con la ingenua confianza del hermano menor, que relaciona obstáculos e inhibiciones ante el hermano más viejo, angustiado por no disponer de recurso para la solución necesaria. Afirma usted que se encuentra desempleado, hace dos años, en virtud de la persecución de criaturas ingratas, que le hicieron un proceso humillante por faltas que no cometió. Más allá de eso, se haya agotado por diversas vicisitudes, rodeado de acreedores exigentes, que le piden rescate inmediato de voluminosas cuentas, situación esa agravada por una ulcera duodenal confirmada por varias radiografías. Viudo y aun joven, con cuatro criaturas, de las cuales la mayor cuenta apenas con doce años de edad, se vio forzado a un segundo matrimonio, porque sus parientes huyeron de de los huérfanos de madre. 

Considerando inoportuno el recurso de las casas de caridad, y a la vista de sus nociones dignas de padre responsable, usted se desposó con una joven que lo auxilio, durante tres años consecutivos, en una sala de costura del propio hogar, dividiéndose, de muchas maneras, para atender a sus intereses de hombre de bien y a las exigencias de sus hijitos, conservando apenas el titulo de madrastra. En la faena de cumplir obligaciones para la tranquilidad de la casa, la pobrecita enfermó gravemente, amenazada por la tuberculosis que le ronda el organismo. Le aconsejó el médico el aire del campo, más sus graciosos hijitos, convertidos en pequeñas fieras ingratas, se oponen a la medida, atormentando su corazón de padre cariñoso y sensible.

¿Y usted pregunta – que hacer?

Me conmueve su sufrimiento, más no me espanta el cuadro de pruebas redentoras en las que fue envuelto. Hay criaturas luchando con mayores obstáculos y victimas de mayores tormentos. Y si respondo a su carta, detallando el asunto, es que una sola particularidad de sus palabras me provocó enorme estupefacción: su propósito de suicidio. Eso es, efectivamente, doloroso y terrible. De todas las luchas bendecidas del momento, eso, amigo mío, es el único punto negro de su historia. Desde los grandes profetas que procedieron a Cristo, sabemos que el tiempo se modifica, de la mañana al crepúsculo, de la noche a la alborada. Cada día tienen sus cunas y tumbas nuevas. Todo el paisaje de sus preocupaciones puede cambiarse en un instante. Ese pensamiento debe consolar su mundo interior, porque Dios no es Dios de inmovilidad e indiferencia: la vida se mueve al influjo de su divino amor.

Usted, sin embargo, me pide orientación particularizada, definida.

¿Qué conclusiones esperará, por ventura, de nosotros?

No estamos, aquí, frente a oráculos infalibles. Permanecemos esforzándonos igualmente para eliminar las consecuencias deplorables que nuestros actos generaron en el pasado y trabajando por la adquisición de valores substanciales para la vida infinita. Y como no dispongo de otros consejeros, a no ser la lógica y el buen sentido, creo que para su caso con la Justicia no debe olvidar la colaboración de un abogado eficiente, sin dispensar el concurso de un buen médico para su caso clínico. Y procure ayudar a su devotada compañera, llevándola al campo después de oír a un técnico agrícola sobre la compra de su propiedad rural. Para aliviar sus disgustos de padre, adquiera una vara resistente que le facilite reajustar la educación doméstica de los niños. También fui padre y tuve muchas ilusiones acerca de los derechos de los niños. Es un funesto engaño creer que la gente menuda deba gobernar la colmena casera; antes del derecho que recibirán con el tiempo, es preciso enseñársela por los procesos a nuestro alcance, para cumplir las obligaciones ineludibles, aunque semejante actitud suscite la reprobación indebida de nuestros mejores amigos.

Si encuentra razonable mis consejos, haga eso y espere el futuro, sin descansar las manos y sin olvidar que una fisonomía alegre y optimista constituye uno de los ángulos básicos en el edificio del éxito. Entretanto, si juzga mis conceptos des pretensiosos e ineficientes e inadecuados, proceda como mejor lo crea, seguro de que usted y yo somos hijos del mismo Dios y ambos poseemos un bien celeste que es la libertad. Úsela, de acuerdo con su punto de vista, y aguarde los resultados.

Por el espíritu hermano X del Libro: Lázaro Redivivo, médium: Francisco Cándido Xavier.
Traducido al Español por: M. C. R


Fuente: Grupo Asociación Espírita Francisco Javier, Facebook.

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