Se cuenta que en una aldea
agrícola, vivía un señor llamado Pedro, y toda su vida había tenido grandes necesidades. No tenía trabajo, ni encontraba dónde aliviar sus carencias, y
decidió salir para ver si encontraba empleo, con el fin de hallar una solución
del karma que le afectaba.
Este señor había conocido la
doctrina de Kardec. Sabía de la existencia de la reencarnación, y la ley de
causas y efectos. Un día salió de casa, preguntando por aldeas y cortijos, si
alguien le daría trabajo. Llegó a una pequeña hacienda, y le dijo al dueño:
¿usted me podía dar trabajo, o conoce por aquí si alguien me necesitara? Éste
le dijo: yo no lo puedo ocupar, pero aquí cerca hay un señor que es conocido
por el espiritista, que su hacienda es grande y sí es posible que le de empleo,
aunque tengo entendido que los que trabajan en su finca, se van a los pocos
días.
Cuando le indicó el camino, se
fue y se presentó al espiritista. Éste le dijo que le daría cama y comida, y lo
que ganaría de sueldo. Y desde aquí empieza la historia. Le enseñó la
habitación donde iba a dormir, que le serviría de corredor y salón de estar..
Pedro empezó a observar el porqué le duraban poco los empleados, pues les
exigía más de lo normal, tenía un trato brusco y desagradable, era desconfiado,
exigente y con infinidad de defectos personales.
Pedro, era diferente, hacía cosas
dignas de mención, sin alardear sus méritos. Una noche se salió un caballo de
la cuadra, y anduvo buscándolo hasta que lo llevó a su sitio. Otro día se fue
el dueño y su esposa de viaje, y una niña pequeña, que quedó custodiada por la
criada, cayó a una balsa, pero gracias a Pedro que le salvó la vida.
Cuando paso un mes, le dijo Pedro
al patrón: Págueme, que mañana me voy. El espiritista le rogó que no se fuera,
que le subiría el sueldo, le daría mejor comida, etc., etc. Pero Pedro se
levantó temprano; y cuando el Patrón se levantó, ya se había ido, dejando
encima de la almohada una nota que decía lo siguiente: «Estimado patrón. Yo
también soy espiritista y no podía creer, hasta que lo he visto, que un
espiritista se portara como usted se porta con el prójimo. Yo he logrado saber
a través de una regresión de memoria, que en otra existencia fui como eres tú
en esta existencia presente, y eso me hace hoy pagar lo que estoy pagando y
sufriendo. Y he tenido que venir aquí para que vea lo que fui y pague por los
atropellos que cometí. Así que ya puede ir teniendo en cuenta que, cuando
vuelva de nuevo, recogerá el fruto de lo que está sembrando. A mí me has dado
una manta vieja y de poco abrigo para taparme del frío cuando dormía. Es
posible que esa misma manta, la misma comida y el mismo trato que tú me has
dado, lo encuentres cuando vuelvas a reencarnar».
Esta es la historia por lo que la
doctrina nos hace ver los resultados de las causas y efectos.
Extraído de
la revista.
La Hora De
La Verdad
Fuente:
Grupo Asociación Espírita Francisco Javier, Facebook.
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